viernes, 24 de diciembre de 2010

El Secuestro Emocional


¿Has respondido alguna vez de forma malhumorada y desproporciona a alguien y luego te has arrepentido de ello? Entonces tú también has sufrido un secuestro emocional.

Los ataques de ira son desde mi punto de vista el ejemplo más claro, pero, ¿por qué nos ocurre?
Para dar una respuesta, hay que hacer una breve exposición del funcionamiento de nuestro cerebro:

Nuestros órganos sensitivos, trasladan al tálamo los estímulos sensoriales (a excepción de los olfativos), el cual se encarga de “filtrar” la información y enviarla, al cerebro pensante (neocórtex) y al cerebro emocional (amígdala). Como se explicó en la entrada sobre las emociones básicas, nuestro cerebro emocional, o límbico, responde con mayor velocidad que nuestro cerebro pensante, si bien estas respuestas son generalmente más imprecisas (no pasan por el análisis de nuestra racionalidad).

Cuando sufrimos un secuestro emocional, reaccionamos de forma automática a estímulos que son tratados directamente por nuestro cerebro emocional sin pasar por el cerebro pensante.

¿Por qué se produce?

Su razón evolutiva es la supervivencia, ya que nuestros antepasados sufrían este tipo de secuestros, por ejemplo, al ver a una fiera, lo que les hacía huir o atacar para evadir el peligro.

Sin embargo, nuestro desarrollo social nos ha llevado a tener que enfrentarnos a situaciones para las cuales el cerebro no fue "diseñado", y es por esto que en ocasiones respondemos “como animales”. Ahora, nuestra memoria emocional se alimenta de situaciones vividas en la cotidianidad de nuestros días, muy distintas de los peligros a los que se tenían que enfrentar nuestros antepasados. La memoria emocional nos prepara para respuestas automáticas, que, si bien en el pasado eran vitales, ahora no siempre son positivas. Por ejemplo, un ataque de celos se produce como consecuencia de una situación emocional que se vive de manera irracional.

El estrés o la ansiedad, son potenciadores de este tipo de respuestas, ya que aumentan los niveles de adrenalina, y cuando esto se produce, el cerebro emocional (la amígdala) se pone en alerta. Es por esto que en situaciones de nerviosismo o estrés, este tipo de "prontos" se producen con mucha mayor facilidad.

Durante el tiempo que vivimos este tipo de secuestros, toda la atención se centra en dar una respuesta a la emoción, impidiéndonos en todo momento racionalizar la situación que estamos viviendo, y es por esto que nuestras respuestas no se corresponden con lo que habríamos esperado de nosotros mismos una vez que somos capaces de analizar lo ocurrido.


¿Cómo controlarlo?

Hay que evitar el denominado “efecto gasesosa”, es decir, abrir la botella en el momento de la agitación. Es conveniente tratar de racionalizar las emociones antes de actuar, es decir proceder a una gestión apropiada de las mismas. Esto no quiere decir que haya que reprimirlas, si no exteriorizarlas debidamente y en el momento adecuado.

A continuación os dejamos unos consejos para evitar los secuestros emocionales y poder controlarlos:

1. Descubrir los síntomas de la agitación: acaloramiento, sudoración, respiración entrecortada. Siempre irá acompañado de una aceleración del ritmo cardiaco

2. Identificar y ponerle nombre a lo que estamos sintiendo: al hacerlo conseguiremos racionalizar la emoción y evitaremos la respuesta espontánea

3. Contemporizar adecuadamente la respuesta: para ello es bueno buscar mecanismos de escape cuando notemos que nuestras emociones nos secuestran, ausentándonos en lo posible de la situación que está a punto de sacarnos de quicio. La respuesta inmediata no será mesurada, por lo que, antes de darla, es necesario conseguir que baje nuestra excitación.

4. Por último es conveniente analizar qué nos lleva a experimentar estos secuestros, identificando las razones. De esta forma ya estaremos preaparados para futuras situaciones semejantes.
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sábado, 11 de diciembre de 2010

Emociones Básicas

Las emociones son agitaciones del ánimo que nos suceden como consecuencia de la interacción con nuestro interior y/o con lo que nos rodea, pudiendo tener un origen fisiológico o psicológico.

Para entenderlo mejor, podríamos decir que las emociones se producen como resultado, bien de un suceso o cambio en nuestro entorno (ej. la alegría que sentimos en el reencuentro con un ser querido o el miedo espontáneo que nos provoca un susto), o bien de algo que experimentamos de forma interna, como pueden ser nuestros pensamientos (ej. la tristeza al recordar la muerte de un ser querido) o cambios hormonales (ej. la euforia tras el consumo de fármacos o drogas).

Estas se desarrollan en el denominado cerebro límbico, el cual le proporciona a nuestro cuerpo la información de nuestras experiencias de forma inmediata, mucho más rápida que la aportada por el cerebro racional, el cual requiere de un tiempo para analizar y procesar dicha información. ¿A quién no le ha pasado que ha dado un salto hacia un lado al asustarse y tras analizar la situación se ha dado cuenta de que tan sólo se trataba de un amigo gracioso?

Y es que las emociones son el resultado de la evolución del ser humano, mecanismos que se desarrollaron para la supervivencia y adaptación al medio, y por tanto, anteriores al desarrollo de nuestra inteligencia racional. Así, todos los seres humanos poseemos de forma innata las siguientes emociones básicas, todas ellas necesarias para nuestra vida:

    - La alegría: se produce como consecuencia de un suceso que interpretamos de forma positiva, aportándonos vitalidad. Supone una optimización en nuestro rendimiento fisiológico, y es esencial en nuestra vida para un buen equilibrio emocional y psicológico.
    - El asco: nos informa de que lo que estamos experimentando no nos gusta y por tanto no es bueno para nosotros. Evolutivamente el asco ha sido de gran importancia, ya que la mayoría de los venenos naturales tienen sabor agrio o amargo, y la comida en mal estado, y por tanto no apta para nuestro consumo, desprende un olor desagradable, de lo cual nos informan nuestros sentidos del gusto y el olfato.
    - El miedo: es una de las emociones esenciales para la supervivencia de cualquier especie animal, y por supuesto de la nuestra, ya que nos informa de que hay algo que nos amenaza y nos prepara para enfrentarnos a ello o huir.
    - La sorpresa: habitualmente de muy corta duración, nos la provoca algo que se presenta de forma inesperada. Suele presentarse como antecedente de la alegría, miedo o tristeza.
    - La tristeza: aunque no nos guste habitualmente vivirla, la tristeza tiene un efecto reparador en la persona tras una pérdida, al provocarle la necesidad de reflexión y asimilación del daño sufrido, a lo que se denomina periodo de duelo.
    - El enfado: se produce cuando algo, persona o situación, está rebasando nuestros límites, o no está cumpliendo nuestras expectativas. En su vertiente adaptativa, también nos prepara para la lucha o para la huida.

Conocer y saber reconocer nuestras emociones nos permitirá saber qué necesitamos y por qué nos sentimos de una determinada manera, algo fundamental para el autoconocimiento emocional el primero de los pilares básicos de una adecuada inteligencia emocional.

Estoy seguro que algunos de vosotros estará pensando que no siempre estas emociones se manifiestan por esas razones o tienen un efecto positivo en nosotros, y llevan razón. La evolución nos ha dotado de ellas y la razón nos hace desarrollarlas y modificarlas, consciente o incoscientemente, y no siempre con efectos positivos. Así desarrollamos emociones secundarias como resultado de nuestra experienca personal (ej. el jefe que se enfada para no mostrar su miedo ante un error), muchas de ellas denominadas desadaptativas ya que dejan de ser saludables en la correcta interpretación de lo que vivimos (ej. un exceso de victimismo o autocompasión no nos permite vivir nuestra tristeza de un modo positivo. En ocasiones tiene un efecto instrumental ya que se utiliza para llamar la atención, pero en ningún caso es positivo). Si observamos a los niños pequeños, veremos que sus respuestas emocionales son muy evidentes y espontáneas, ya que no han aprendido a disfrazarlas y no se han modificado por su experiencia.

De estas emociones hablaremos más en profundidad en posteriores entradas.

Por último, la prueba sobre la universalidad de estas seis emociones básicas en los seres humanos, es el resultado que obtuviera el antropólogo Paul Ekman como consecuencia de su estudio de expresiones faciales en diversas culturas de todo el mundo, entre las cuales había dos iletradas y sin acceso a los medios de comunicación. En todas y cada una de ellas, las expresiones faciales como consecuencia de la experimentación de las emociones anteriormente indicadas fue prácticamente idéntica.

Aquí os dejo una imagen con las expresiones faciales de las seis emociones básicas. Estoy seguro que todos seréis capaces de identificar a qué emoción corresponde cada una de ellas.



Continuará…



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domingo, 5 de diciembre de 2010

Sueños


¡Qué equivocados estaban Bon Jovi cuando cantaban eso de "I'll sleep when I'm dead" (Ya dormiré cuando muera)!

Lejos de suponer una pérdida de tiempo, el sueño es una parte fundamental de nuestras vidas. Prueba de ello es que, de media, dedicamos una tercera parte de la existencia al placer de dormir.

Muchos pensarán ¿por qué el ser humano no dispone de un enchufe con el que poder recargarnos en un par de horas (o menos) como los móviles? y así tener más tiempo para hacer todo aquello que nos gusta.

Pues bien, aunque no hay un consenso general sobre las funciones del sueño, es evidente que es absolutamente necesario.

La propuesta más aceptada respecto a la función del sueño es que actúa como un reparador de nuestro organismo, tanto físico como psicológico, clasificando toda la información recibida a lo largo del día.

Según los estudios, dormimos en ciclos de unos 90 minutos, y en cada ciclo se alternan dos tipos de sueño:

  • Sueño lento: Durante esta fase de sueño disminuye nuestra actividad y el organismo se recupera físicamente. Disminuye la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la actividad muscular esquelética.


  • Sueño paradójico (R.E.M.): Durante esta fase desciende el tono muscular, aumenta la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea y es característico un rápido movimiento de los ojos. En esta fase son habituales las ensoñaciones emocionales intensas acompañadas de secreciones vaginales en las mujeres y erecciones en los hombres. Según algunas opiniones, en esta fase del sueño es cuando se produce la recuperación psíquica del organismo.
Otra posible función del sueño explicada por los expertos es que, para nuestros antepasados, dormir pudo ser una conducta útil ya que permanecíamos quietos quietísimos por la noche, pasando desapercibidos para los feroces depredadores que nos acechaban. Afortunadamente ahora esa conducta no nos es necesaria, al menos en la urbe, por ahora...

No dormir tiene consecuencias nada positivas, desde la fatiga y ardor de ojos que podemos sufrir después de 24 horas sin dormir (por muy bien que nos lo estemos pasando) hasta las alucinaciones y paranoias si somos capaces de estar cinco días sin dormir.

En resumen, además de otras razones como el frío invierno, la comodidad del sofá, el calor de la mantita, etc., etc., tengo otras muy buenas para echarme a dormir. ¡Hasta mañana!

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jueves, 2 de diciembre de 2010

Pareidolia

¿Y qué narices es esto?

Pues la pareidolia es el fenómeno psicológico por el cual los seres humanos asociamos formas que vemos a imágenes reconocibles. ¿A quién no le ha pasado estar mirando el gotelé de la pared y ha descubierto una cara?. De hecho, el reconocimiento de formas faciales es uno de los casos más habituales.

Resulta, que la vista del ser humano durante el desarrollo evolutivo y con una finalidad de supervivencia, se ha especializado en el reconocimiento de patrones, y en concreto, el reconocimiento de caras es uno de los patrones más incrustados en nuestro cerebro desde nuestra más temprana infancia. Se ha probado en experimentos con bebés*, cómo estos son capaces de estimularse al ver imágenes simplificadas de representaciones de caras, como dos puntos con una raya debajo :). Esto parece demostrar que la habilidad del ser humano para el reconocimiento de rostros es una cualidad congénita.

Pero más allá de habilidades innatas, el desarrollo de nuestra memoria visual se realiza a partir de patrones. Así, es imposible que alguien que profese el Hinduismo, sea capaz de reconocer la cara de Cristo en la mancha de una pared, a pesar de conocer al personaje y haber visto alguna vez una representación del mismo. Esto significa que somos capaces de identificar imágenes en al medida que se haya podido desarrollar un patrón como consecuencia de la experiencia. (Nuestra vista está permanentemente recogiendo datos del exterior que el cerebro automáticamente va almacenando y clasificando)

Pero parece demostrado que la sugestión también juega un papel importante en todo esto, ya que puedes estar mirando algo (una nube) en lo que no ves ninguna forma concreta, y alguien te puede hacer observar que aquello encierra una imagen más o menos definida, por ejemplo un corazón. Una vez identificada la imagen en cuestión que nos descubre nuestro amigo, el cerebro lo correlaciona con el patrón correspondiente y se hace prácticamente imposible volver a observar la imagen sin identificar dicha forma. Así, existen causas evidentes de fraude en torno a la religión de gente que sugestiona a otras personas, normalmente con cierto ánimo de lucro, sobre la "aparición" de imágenes concretas (caras de vírgenes o de Cristo) de lo que es un mero resultado de la casualidad. Sobre esto, y a modo de parodia, ya hablé en su momento en imágenes del más allá.


Por último indicar que esto que nos ocurre con nuestro sentido de la vista, sucede de forma similar con lo que percibimos por nuestros oídos, y nos pasa muy a menudo que identificamos palabras sueltas que corresponden a nuestro idioma, al oír hablar a personas en otras lenguas. Famosos son los casos de frases satánicas en canciones de rock. En un experimento realizado por Christopher French psicólogo de la Universidad de Londres, en el cual reprodujo durante una conferencia en sentido reverso la canción de Led Zeppelin, Starway to heaven, preguntó quién de entre el público había identificado la palabra "satán", levantando la mano unos pocos. Tras ello dio una charla sobre satanismo explicando que hay quien asegura que el fragmento reproducido contiene una clara invocación al demonio. Inmediatamente después procedió a reproducir de nuevo el fragmento, y esta vez al preguntar quién de la audiencia había reconocido la palabra "satán", una inmensa mayoría de los asistentes aseguraron haberla escuchado. http://www.merseysideskeptics.org.uk/tag/chris-french/

Esto demuestra el enorme poder que tiene la sugestión en nuestra percepción desde los sentido.

A continuación dejo algunos ejemplos de pareidolia, en los cual estoy seguro que el 99% de los que lo visualicen identificarán de forma inmediata formas conocidas.




* BBC - Brain Story - capítulo 3: The Minds Eye.

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sábado, 27 de noviembre de 2010

El recuerdo emocional


Han pasado ya 15 años, pero recuerdo exactamente lo sucedido ese día.

Estaba solo en casa de mis padres y sonó el teléfono. Era mi madre desde una cabina telefónica del hospital. El cáncer había terminado de devorar a mi tío igual que poco después las termitas terminaron devorando los trozos de madera y muebles a medio hacer que habían quedado en su taller abandonado de ebanista.

No era capaz de llorar pero recuerdo la profunda tristeza que me invadió.

A la hora apareció mi hermana pequeña en casa. Ya llevábamos dos años sin hablarnos y también recuerdo la sensación de tensión al ir a su encuentro a la cocina. Me miró con ojos desorbitados, asustada. Le dije “ha muerto el tío” y se abrazó a mí, fuerte, desconsoladamente, recuerdo el tacto de sus lágrimas en mi cuello, el detestado olor a tabaco adolescente mezclado con su colonia empalagosa, así pasaron minutos…

Han pasado 15 años y recordar lo sucedido con tal exactitud no es ningún prodigio de la memoria, nos pasa a todos. Cualquiera de vosotros podrá recordar con exactitud como vestía, qué tiempo hacía, quién nos acompañaba,… en un momento emocionalmente intenso, aunque hayan pasado muchos años.

El responsable de esta memoria “especial” es el sistema límbico. El sistema límbico, al que haremos alusión en numerosas entradas de este blog, es una parte del cerebro fundamental en la gestión de nuestras emociones, hasta tal punto que podríamos llamarlo cerebro emocional. Este pedacito de nuestro cerebro se encarga, entre otras cosas, de grabar con intensidad los recuerdos asociados a estados emocionales especiales.

Cuando experimentamos uno de estos estados, como la muerte de un ser querido, una compleja reacción química se desencadena en distintas fases involucrando a distintas glándulas de nuestra anatomía y estructuras del cerebro, provocando el almacenamiento de lo acontecido mientras dura ese estado.

El sistema límbico actúa como un disco duro que registra prácticamente de por vida estos recuerdos, y además lo hace en dos particiones: mientras que el hipocampo se encarga de registrar los hechos puros y duros que acontecen durante ese momento emotivo, el timbre del teléfono, los olores, la escena,…, la amígdala registra las emociones, y es la responsable de que cuando nos encontramos ante situaciones similares a la vivida, inconscientemente, volvamos a experimentar las mismas emociones que experimentamos en su día.

El ejemplo relatado habla sobre un estado emocional de tristeza, pero este recuerdo emocional puede producirse con otras emociones intensas como la ansiedad, la ira, o la alegría (seguro que la mayoría, incluso aunque no seáis futboleros, os acordáis perfectamente de dónde y con quién estabais el día en que España ganó el Mundial de Fútbol).

En esta imagen podéis ver dónde se encuentran estas estructuras tan pequeñas y que, sin embargo, contienen tanta información.


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Atasco emocional


En sucesivas entradas os vamos a hablar de la inteligencia emocional y de cómo el denominado “secuestro emocional” nos puede llegar a incapacitar para dominar nuestra conducta y hacernos presa de una emoción que nos lleva cual marionetas a actuar fuera de nuestra consciencia.

La siguiente historia narra una mañana cualquiera para una persona cualquiera en unas circunstancias que pueden ser de lo más habituales, e ilustra distintas fases del “secuestro emocional”, así como diferentes estados emocionales (ansiedad, ira, tristeza,…). Haremos referencia a ella desde otras entradas para analizar las emociones, el secuestro emocional y cómo tratar de evitarlo y ser dueños de nuestras actuaciones.

Os animamos a que realicéis esta lectura que os ofrecerá una perspectiva que todos conocéis y que las comparéis con vuestras propias experiencias, así como a que reflexionéis cómo el protagonista debió de actuar para evitar el “secuestro emocional”

Marcos, representante comercial de una reconocida entidad bancaria, se encontraba pletórico aquella mañana ya que se dirigía a una reunión con un potencial cliente para cerrar una importante transacción económica. Se sentía orgulloso por el buen trabajo que había realizado con ese importante cliente, y sabía las repercusiones que tendría en su carrera el lograrlo. Estaba a sólo un paso de conseguirlo…

Pero el atasco de las mañanas era más denso que de costumbre y Marcos empezó a temer no llegar a tiempo. Para colmo en la radio, los contertulios del debate matinal no cesaban de discutir acerca de lo vergonzoso que era el rescate económico que el Gobierno había realizado sobre la banca española. “No tienen ni idea” se dijo a sí mismo irritado.

Marcos comenzaba a impacientarse, cuando de repente vio por una esquina del retrovisor, cómo un coche rojo se abría paso entre el tráfico y realizaba una peligrosa maniobra para adelantarle por la derecha. Apenas tuvo tiempo de pisar el freno para conseguir evitar colisionar, y acto seguido procedió a presionar el claxon y a proferir insultos al conductor anónimo de aquel coche que proseguía su conducción temeraria entre los coches de delante. “¡Tendrá cara el tío, yo tengo más prisa que nadie y aquí estoy! La gente no respeta nada. ¡Menuda gentuza!” Marcos continuaba el discurso consigo mismo en el que la rabia y la desesperación eran protagonistas, cuando el móvil comenzó a sonar. Era su jefe: estaba esperándole en las oficinas del cliente.

- ¿Dónde estás? - le espetó su jefe de forma airada
- Estoy llegando. Había un atasco y…
- ¡Date prisa, nos están esperando! ¡Ya sabes que este negocio es vital y no podemos permitirnos fracasar!
-No te preocupes, en cinco minutos estaré allí.

Marcos sabía que no le sería posible cumplir su promesa dada la situación del tráfico, por lo que la ansiedad se apoderó de él. Entonces, sin pensarlo dos veces, se echó al arcén y comenzó a adelantar a todos los coches. A unos quinientos metros al pasar una curva se encontró un accidente. Inevitablemente el coche de la Guardia Civil que gestionaba el tráfico le detuvo y entonces supo que todo estaba perdido. Durante el tiempo en el que verificaban su documentación y le multaban, observó el coche rojo que le había adelantado. Era del padre de uno de los accidentados, que lloraba impotente ante el cadáver de su hijo. Entonces, la tristeza se apoderó de Marcos y supo que le sería muy difícil enfrentarse a aquella reunión...


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viernes, 19 de noviembre de 2010

¿Por qué?

Bienvenidos a todos,

Hace algún tiempo, los que aquí nos presentamos, empezamos a interesarnos por diversos temas relacionados con la psicología y las emociones. Con el tiempo hemos ido descubriendo el apasionante mundo del funcionamiento del cerebro humano, la relevancia que tiene en nuestro comportamiento diminutas sustancias químicas como las hormonas, neurotransmisores,... la afección que tienen estos en nuestra salud no solo mental sino física, así como de cuánto podemos hacer con él y qué poco lo utilizamos para favorecernos de los recursos que TODOS tenemos y cómo, al contrario, derrochamos energía “cerebral” en ponernos las cosas más difíciles a nosotros mismos.

Estamos en pleno camino, muy al comienzo aún, pero con la base suficiente que nos permite saber que lo que está por delante nos ofrece un nuevo modelo de vida, más satisfactoria y sobre todo más feliz, con el convencimiento de que es en esa dirección en la que queremos ir.

Y mientras lo andamos, queremos realizar un ejercicio personal que nos permita doblemente, interiorizar y exteriorizar lo que aprendemos, intentando garantizarnos la asimilación del conocimiento mediante la divulgación de aquello que estudiemos, explicándolo a nuestra manera, con nuestras aportaciones e impresiones, con la esperanza de que sea tan positivo para aquellos que quieran compartirlos como lo está siendo para nosotros mismos.

Contaremos anécdotas, porqués de cosas que casi todos conocemos e intuimos y nunca nos hemos parado a buscar su explicación e incluso presentaremos algunas técnicas muy sencillas que hemos encontrado en la abundante bibliografía disponible que nos permiten hacer de nuestra vida un camino más colorido.

Esperamos que os apetezca pasear por aquí de vez en cuando.

Saludos,

Álvaro López
Javier Castro
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